En busca de la Felicidad

EN BUSCA DE LA FELICIDAD.

Hoy en día, mucha gente tiene la sensación de estar atrapada, de estar encerrada en una vida que ya no parece ser satisfactoria. Se da un sentimiento de callada desesperación, mantenido a distancia a través de una constante actividad, de adicciones, remedios milagrosos, etc.

¿ Quién no ha sentido alguna vez la necesidad de escapar a una nueva vida, fantaseado quizá que uno es liberado por una nueva y hermosa amante, o imaginando sacarnos la lotería?

Muchos de nosotros nos pasamos la vida en este estado esperando que algún día pase algo que venga a cambiar nuestras vidas. No nos damos cuenta, que la lección más obvia y más básica que la vida ofrece, es que la felicidad es un estado mental y no algo adquirido del mundo exterior o de otras personas.

Todos deseamos la felicidad, pero la mayoría la buscamos fuera de nosotros mismos, en otras personas, en el trabajo, o en actividades meramente ociosas. Conforme envejecemos, nos vamos convirtiendo en personas menos idealistas, más pragmáticas, nuestros sueños van desapareciendo. Nos conformamos con lo que tenemos y tratamos de ser filosóficos en relación de esos sueños que nunca se cumplieron, o que si se cumplieron, resultaron estar vacíos de la promesa que en otro tiempo habían guardado. Nuestras vidas se van asentando en moldes previsibles y mientras tanto nos dedicamos a contemplar tristemente nuestros sueños rotos o vacíos.

Se cuenta la historia de un hombre atormentado por un sueño recurrente. Este hombre se encuentra atrapado en una habitación y es incapaz de abrir la puerta y escapar, con todas sus fuerzas intenta abrirla pero esta no se mueve en lo mas mínimo. No hay manera de salir, excepto a través de la puerta que él mismo no puede abrir. ¡Está atrapado y tiene miedo!.

Cuando acude a su psicoanalista y le cuenta la historia, éste le sugiere que quizá la puerta se abre en el sentido opuesto. Cuando el hombre tiene el sueño de nuevo, recuerda la sugerencia y descubre que la puerta se abre hacia adentro sin ninguna resistencia.

De igual forma, todos tenemos a nuestro alcance esa puerta que se abre hacia adentro, para revelar nuestras necesidades más profundas al igual que nuestras aspiraciones más elevadas.

Algunas prácticas como la meditación, la yoga, el contacto con la naturaleza, la participación en la ceremonia del temascal, entre otras, nos brindan un modo de abrir esa puerta, la puerta de la conciencia y el amor universal.  Al abrirla das el primer paso en el “sueño” del despertar  hacia tu verdadera realidad, hacia una aventura sin un final predeterminado, la aventura de recrearnos, de reconvertirnos, del trascenderse a uno mismo, comenzamos a conectarnos con nosotros mismos de una manera más profunda, a experimentarnos asimismo como parte de algo mucho más grande, nos conduce a emerger en la corriente misma de la vida, y a darnos cuenta que nuestra separación de ésta, la causa de nuestro más profundo descontento, no es más que un proceso de integración con el universo.

Estas prácticas nos brindan un método a través del cual podemos llegar a ser cada vez más concientes de nosotros mismos, de conocer nuestros estados mentales y emocionales, para dirigirlos cada vez más hacia una vida más plena, construida en una base firme de emociones positivas (nuestras acciones no pueden separarse del estado mental del que brotan).

Todas nuestras acciones incluyendo las acciones de la mente –los pensamientos-, tienen un efecto sobre nosotros. Comparando nuestra mente –o nuestros estados mentales- con una hoguera, la cual necesita alimentarse con el combustible que obtenemos de lo que sucede en nuestro interior (pensamientos y emociones con los que habitualmente nos complacemos: nuestra manera de ser), ésta puede arder enérgica y luminosamente, o bien puede ser tupida y oscura, con nubes de humo de olor insoportable que nos sofocan y enceguecen. Todo ello depende del combustible que utilicemos.

A menudo parece que no tenemos poder de elección en el asunto, como si la mente contara con voluntad propia, pero lo cierto es que a través de práctica y de paciencia, podremos elegir. A través de estas prácticas, podemos adquirir un creciente sentido de libertad y lentamente convertirnos en dueños de nuestra propia persona.